Tengo una tía que adora los maguitos de bocado, que compraba más
de un kilo y si te veía por la calle te metía uno en la cartera. Tenía una
habilidad para comprender lo que sentías sin que se lo dijeras y de sanarte sin
medicamentos.
Es la tía de los arboles de mandarina, de las flores de girasol, de
la llama violeta y la relajación. La tía de la profundidad espiritual, la tía
de los buenos y viejos amigos. (la puerquita, por ejemplo)
Es la tía que nos dejó primos para todos los gustos, el tierno y respetuoso, la alegre y sociable, la inteligente y reservada, el descomplicado
e inocente.
Es la tía que fue incondicional hermana, respetuosa hija, abnegada
madre y tolerante esposa.
Es la tía que buscaba puntos de encuentros, que sufría en
silencio, que procuraba solucionar sus problemas, sola.
Es la tía que siempre estaba bonita, es que les cuento algo, Era
MUY BONITA. Apreciaba su cuerpo y lo cuidaba. Cremas para la piel, vitaminas
para las uñas y el cabello, depilación con hidratación, tintes sin amoniaco (en
la medida de lo posible, claro).
Es la tía de la alimentación sana, de comiditas al vapor, al
horno, a la plancha, de ensaladas, de aceite de oliva y de juguitos de frutas.
Es la tía de música suave, de apreciar el silencio y de compartir alegrías
en familia.
Es la tía que reía con prudencia, y que... no sé si regañaba, la
verdad no la recuerdo regañando. En fin, es la tía que abrazaba, que miraba,
que sobaba.
Es la tía que no guardaba rencores, es la tía que aceptaba
disculpas y las cambiaba por abrazos.
Es la tía que se preocupaba por lo que otros, tal vez, aun no habían
notado.
Es la tía del pavo en diciembre, de buñuelitos de yuca y del vinito en copas para el
brindis.
Es la tía que imitaba a mi mamá bailando rock, y déjenme decirle,
lo hacía muy bien. ¡jeje!.
Es la tía con gustos minimalistas, con clase y elegancia, de
cabellos claros y de lentes oscuros, de olores suaves, la tía
que amaba el color naranja.
Es la tía que tenía una hermana en el Cielo. ¡Qué suerte que mi tía
Francia la volverá a ver, sabemos que ambas se extrañaban mucho!
Es la tía con obsesión por la limpieza, que salía con el pañito de
cocina en el hombro sin darse cuenta, y cuando lo notaba ya estaba a la luz de
la gente. ¡jeje!.
Es la tía que decoraba su casa con estilo espiritual, con colores
tierra, con sabor a naturaleza, pero sobre todo con claridad y luz.
Es la tía que caminaba mucho, que sorprendía y que presentía. “Mi
hijo viene por ahí” decía.
Es la tía que se acostaba en la cama de mi abuela y veían el chavo
juntas. La tía que sufría las novelas de mi mamá aunque ella no las viera.
Es la tía que te peinaba, te hablaba al oído y te escuchaba
paciente.
Es la tía de decisiones firmes, del Randy uno, Randy dos, Randy…
¡jeje!
Es mi tía, ¡ella, mi tía Marisol!, Ya no sé en qué momento deje de
decir “Es” para decir “Era”. Hay razones de la vida que el corazón no comprende.
No alcancé a despedirme físicamente de ella, y es que, la distancia medida en kilómetros
a veces duele más que la propia perdida, me consuela saber que en vida le hice
saber que estará en mi corazón por siempre. Mi tía Marisol para mí es todo esto,
y más. Detalles que vivirán siempre en los corazones de quienes la conocimos,
de quienes fuimos bendecidos por su afecto, de quienes fuimos escogidos para
ser su familia, de quienes recibimos, de sus manos, muchos manguitos de bocado
como muestra de cariño.
Con amor, para sus hijos Randy, Maryin, Andrea y Gean Franco.
Para su amado sobrino Alexander.
Para sus nietos, Andy, Brian, Elio y Santiago.
Para su mamá Hilda Hernández de Bandres
Para sus hermanas Xiomara, Nancy, Haydee, Angélica y María,
Bandres.
Para sus hermanos, Jesús y Francisco, Bandres
Para sus cuñados, Sergio, Nelson y Aiber.
Para su cuñada Esther.
Para sus sobrinos, muchos e incontables.
Para sus entrañables amigos y amigas.
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