viernes, 4 de febrero de 2011

Sin Maquillaje



Da vergüenza llorar delante de alguien. Pedir un pañuelo, una servilleta, terminar sonándose los mocos, en el mejor de los casos, con un pedazo de papel higiénico, sorbiéndose la mitad y siendo consciente del recorrido lento de las últimas lágrimas, deslizándose por el costado de las arruguitas alrededor de los ojos, colgándose desesperadamente de las pestañas como si temieran caerse a un abismo. 

Da vergüenza cuando el cuerpo se sacude y se agita sin que uno pueda hacer nada. Ni preocuparse siquiera por el maquillaje perfecto arruinado, como una máscara de yeso blando que se lavara con la lluvia y quedarse despojada de todo lo que es para los demás, sin ninguna barrera, más desnuda que desnuda.

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